La palabra terapia está cada vez más en boca de todos y todas y ello conlleva, en algunos casos, que nos acostumbremos a utilizar esta palabra como “sufijo” de cualquier actividad que alguien, por el motivo que sea, considere beneficiosa. En esta línea, publicistas y negocios hacen uso de un concepto serio e importante para un beneficio económico y posiblemente alejado de la esencia de su significado.
Sin embargo, tergiversaciones oportunistas aparte, ciertamente parece que estamos viviendo una época de despertar a nuevas formas de conciencia y vínculo, hacia los demás y, sobre todo, hacia uno mismo. Surgen profesiones dirigidas a paliar el sufrimiento de personas que merecen atención desde diversos planos: físico, afectivo, psicológico, espiritual, energético… Las sociedades que han estado (y, desgraciadamente siguen estando todavía) excesivamente volcadas en los cuidados externos y estéticos, comienzan a revertir sus miradas hacia el interior descubriendo que hay mucho por sanar.
No es de extrañar entonces que aparezcan actividades terapéuticas hasta ahora desconocidas por muchos e, incluso, “nuevas” profesiones. Nuevas entre comillas porque algunas de ellas, como es el caso del arteterapia, no son tan nuevas y gozan de buena salud en otros países donde llevan años en activo y creciendo. Este artículo pretende ofrecer una aproximación a la profesión del arteterapia, tanto para aquellos y aquellas que hayan oído algo y tengan curiosidad, como para quienes no sabían de su existencia.
El arteterapia no es exclusivamente el uso del arte como una actividad para sentirse bien, sino que plantea el uso de la creación artística en un encuadre psicoterapéutico. La persona que lo practica inicia un proceso terapéutico para adentrarse en su mundo interior acompañado del arteterapeuta y a través de su propia obra. Si bien es cierto que la práctica artística puede reportar muchos beneficios a quien la ejerce –desarrollo de la creatividad, satisfacción personal, potenciador de habilidades, expresión y comunicación…- ello no es suficiente para ser considerado una terapia. Si lo es, en cambio, esta profesión del ámbito asistencial que nació a mediados del siglo pasado como respuesta a unas necesidades sociales concretas.
Tras el descubrimiento del psicoanálisis y del inconsciente, el estudio de la mente humana expande sus horizontes y algunos descubren la importancia de la imagen para establecer un vínculo con algunas escenas internas difíciles de verbalizar. Ya en 1958 Margaret Naumburg, educadora y terapeuta, escribía “El proceso del arte terapia está basado en el reconocimiento de que los pensamientos y sentimientos más profundos del hombre, procedentes del inconsciente, consiguen su expresión en imágenes mejor que en palabras”. Desde entonces hasta ahora, la profesión ha ido tomando forma y consistencia hasta estar considerada una de las principales profesiones dentro del ámbito de la salud mental en algunos países como Gran Bretaña, donde se institucionaliza el arteterapia como una disciplina reconocida desde los ministerios.
En España se está trabajando por el reconocimiento social y profesional a través de la formación universitaria y con la creación de asociaciones profesionales dentro del ámbito nacional. Con este fin, se ha creado FEAPA, Federación Española de Asociaciones Profesionales de Arteterapia. Los y las arteterapeutas conocemos la fuerza regeneradora del hecho artístico dentro de un encuadre terapéutico y queremos darle voz al arteterapia para que sea, cada vez más, una profesión activa y llena de vitalidad.
Anna Carlota, arteterapeuta y profesora de teatro terapéutico
